La televisión pública ha perdido el rumbo

EL progresivo aumento de la oferta televisiva en toda Europa ha puesto en tela de juicio el lema instaurado por Lord Reith en los años veinte, según el cual, la misión de la radiodifusión de servicio público era la de informar, educar y entretener. La batalla por la audiencia y el incremento de los costes en la programación ha originado una fuerte crisis del modelo público de televisión. Esta situación tiene su raíz en varios problemas y concepciones de fondo. 

La televisión pública en Europa, a diferencia de Estados Unidos, ha concentrado en su estructura empresarial la emisión y la producción, con la consiguiente carga de nóminas e infraestructura. Este «hormigón armado», soportable en régimen de monopolio, excesivo en libre competencia, ha hecho lento y pesado cualquier movimiento estratégico ante los rivales. Las televisiones europeas se enfrentaron, a principios de los ochenta, a la «invasión» norteamericana abanderada por Dallas concentrando sus fuerzas en costosísimas coproducciones internacionales. 


Las nacientes televisiones privadas apoyaron su programación en la producción transatlántica y las públicas patrocinaban la identidad cultural del viejo continente. El relativo fracaso ante los índices de audiencia de estas gravosas coproducciones bloqueó y desorientó los buenos propósitos de las televisiones públicas, que empezaron a perder rasgos diferenciales con el tono comercial de las otras cadenas. La «dictadura de la audiencia» ha empantanado las cuentas de unas televisiones públicas batiéndose a la defensiva, incapaces de renunciar al poder que proporcionan empresas de tales envergaduras y huidizas ante cualquier transformación drástica de unos medios burocratizados. 

La pérdida de objetivos como servicio público y la sumisión constante a criterios políticos de funcionamiento ha acabado por poner entre las cuerdas al modelo actual y a reverdecer las añoranzas del modelo clásico. Entre reestructuraciones y planes de viabilidad existe el interés por recobrar la identidad perdida. 

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