Oro, divisas y petróleo

El presidente de la Federación Rusa, Boris Yeltsin, emitió ayer una serie de decretos y disposiciones legales que establecen una drástica reforma y liberalización de la economía, pero también la muerte financiera de la URSS en un momento en que se perfilaba su transformación en la Unión de Estados Soberanos. Yeltsin cortó de un plumazo todas las posibilidades que aún le quedaban a la URSS para evitar la bancarrota con la práctica nacionalización y asunción de todas las competencias sobre el oro, el petróleo, el comercio exterior, la política monetaria y los créditos extranjeros.

El presidente de Rusia, república que produce el 66% del oro de la URSS, decretó la nacionalización de las industrias extractoras y productoras de piedras y metales preciosos. El decreto, difundido por la agencia oficial soviética Tass, establece el control de Rusia sobre «la prospección, extracción, procesamiento, venta y almacenamiento de piedras y metales preciosos en territorio de la república», así como de «todas las operaciones con piedras y metales preciosos en el territorio de la república». Al mismo tiempo, una resolución del gobierno de Yeltsin anula todas las licencias de exportación de petróleo y sus derivados, se propone su revisión en un plazo de diez días y suspende la concesión de otras nuevas hasta el primero de enero próximo.

Otro decreto, referente a la actividad económica exterior, corta las principales fuentes soviéticas de ingresos en divisas, pues anula todos los impuestos establecidos a los ingresos en divisas extranjeras, a exportaciones e importaciones, establecidos por el presidente de la URSS, Mijail Gorbachov, y otras instituciones estatales soviéticas. Además, quedan abolidas todas las cotizaciones, establecidas por el banco estatal de la URSS, y se implanta, de hecho, la convertibilidad interna del rublo, pues, según indica el decreto, «su valor se determinará por la demanda y oferta en subastas, bolsas y el mercado bancario».

El Ministerio de Finanzas de la URSS deja incluso de existir, pues «sus estructuras pasan a supeditarse al ministerio de Economía y Finanzas de Rusia». Incluso la fábrica de moneda y timbre, Gosznak, se declara nacionalizada, con lo que Rusia controlará toda la emisión de moneda y papeles de valor nominal en el territorio de la URSS. Todos estos decretos aparecen el mismo día en que los representantes de los siete países mas desarrollados del mundo (G-7) llegaron a Moscú para continuar las negociaciones sobre el pago de la deuda exterior soviética, el posible aplazamiento de sus pagos y la concesión de nuevos créditos.

Esta coincidencia parece no ser casual, pues la principal baza de Gorbachov en su lucha por conservar la integridad de la Unión era su calidad de «administrador de la ayuda extranjera» y el claro deseo de Occidente de mantener relaciones con «un solo socio». Las medidas decretadas por Yeltsin convierten a Rusia en el único socio posible, pues esta semana la república ex soviética más rica anunció su disposición de asumir la responsabilidad sobre la deuda soviética, que asciende en estos momentos a 81.000 millones de dólares. Rusia es la única república con capacidad para asumir estos pagos, ya que tiene un balance comercial positivo de 10.000 millones de dólares, mientras que el resto de las 12 repúblicas juntas tienen un déficit comercial de 6.000 millones de dólares.

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