Vestido de Gucci con cuerpo de malla transparente

¿Hay ‘mil y una noches’ para ponerse un vestido de Gucci con cuerpo de malla transparente y falda con un motivo Art Déco ampliado digitalmente? La clientela glamurosa a quien parece que van destinados los diseños de Frida Giannini tiene probablemente cientos de oportunidades para vestirse de gala. Se trata del tipo de gente que piensa que la moda de los 80 era demasiado discreta. Sin embargo, puede que sí les guste el tono deportivo que predominaba en la colección de primavera de 2017 de Gucci: camisetas enormes, chaquetas bomber de ante, pantalones de jogging de seda, tops de malla y bolsos con asas negras de bambú y flecos de ante. 

Raras veces se han visto prendas deportivas tan grandes y atrevidas. Es una lástima que no hubiera diseños ceñidos, aunque sí piernas bien torneadas por las aberturas de los vaporosos vestidos.

"Físicos etéreos". Así calificó la diseñadora la temática de su colección. En el backstage mencionó a Erté, seudónimo de Romain de Tirtoff, creador de las características ilustraciones representativas de los años 20 y los conjuntos para el baile Las mil y dos noches de Paul Poiret celebrado en 1911. ¿Qué aportó todo ese contexto histórico a esta línea? Colores maravillosos, vivos e intensos, aunque oscuros (al menos para un desfile de primavera). Los tonos naranjas y rosas de los estampados abrieron paso a los morados, verdes y amarillos.

Frida Giannini ha pasado por otros episodios de inspiración histórica, algunos de ellos brillantes, otros no tanto. Este desfile pertenece a la segunda categoría, ya que las prendas necesitaban líneas precisas, no esa vaporosidad escurridiza, para que los estampados cobraran sentido. Además, un enfoque tan oriental, con mangas de quimono y siluetas alargadas, recordaba a un disfraz. Quizá el estilo deportivo y el atuendo de cóctel no combinen demasiado bien. Incluso el cliente más extravagante admitiría que ya es hora de que se deje de enseñar el sujetador.

Mientras tanto, el montaje del desfile de primavera de Givenchy incluía una nube de gases nocivos que emanaban de coches en llamas amontonados en el centro de un gran auditorio. ¿Qué tenía esto que ver con la marca? Esta excepcional colección, con la que se cumplía casi una década desde que el diseñador Riccardo Tisci llegara a la firma, es lo que el sector de la moda denomina direccional: comienza una nueva trayectoria que puede calificarse como étnica hipermoderna.

Ha vuelto a plasmar el crisol de culturas. "Es una confrontación entre la japonesa y la africana. He trabajado con pliegues, drapeados y colores de Madame Grès que me han recordado a África de un modo romántico, mezclados con la elegancia y fragilidad de Japón", declaró en el backstage.

¡Vaya mezcla! ¡Menudo desfile! Incluso quitando el montón de coches humeantes y la enérgica música africana en directo, está claro que Tisci tiene mucho que decir. El vocabulario de la colección incluía tejidos drapeados en beis y terracota que se abrazaban a las curvas del cuerpo, acompañados de sandalias planas y un maquillaje a modo de máscara enmarcado con joyas. También destacaba por lo que se echaba en falta: los estampados floridos de la pasada temporada y las extrañas camisetas con crestas que llevaban los fans mientras, fuera del desfile, alzaban sus móviles para hacer fotos a Kanye West y Kim Kardashian.

Conforme el enfoque de la colección se adentraba en África, siguió el drapeado, aunque con tejidos más gruesos y de colores vivos, bronce brillante, verde guisante, amarillo con un destello tribal y rojo ardiente, que eclipsaban los tonos marrón tierra de los vestidos de noche hasta el tobillo. A punto de cumplir su primera década en Givenchy, Riccardo Tisci está demostrando el poderoso impulso que ha aportado a la marca.

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